martes, 23 de septiembre de 2014

Por ese entonces Capitán Barbosa era un adolescente que le aullaba de amor a la luna en las playas de un Río al que nunca pertenecería (todos nosotros tenemos vocación de extranjeros).Ardía en pasiones insensatas y fugaces; se rompía bello y efímero en causas que prefería perdidas. Escribía poemas ridículos en la arena mientras su voz se quebraba en cadencias de otro mundo.
Capitán no habría sabido usar un libro más que como una forma fácil de encender una fogata. La sutileza frecuentemente lo dejaba perplejo y jamás lograría terminar la secundaria. Pero escapaba a morros clandestinos a emborracharse y escuchar historias de orixás y cangaceiros y su mente daba la vuelta al mundo.