martes, 1 de noviembre de 2016

Ser trans en Buenos Aires: lo bueno, lo malo y lo horrible


Ser trans en Buenos Aires: Lo bueno, lo malo y lo horrible

Lo bueno

El 9 de mayo de 2012, se sancionó una de las Leyes de Identidad de Género más avanzadas del mundo en Argentina. Retoño triunfal de varias organizaciones LGBT+ , reconoce el derecho de cada individuo a expresar su identidad autopercibida de la manera que consideren adecuada y garantiza el acceso gratuito a tratamiento de reemplazo hormonal y cirugías. Define el género como una vivencia interna que puede o no concordar con el sexo asignado al nacer y establece como único requisito para el cambio registral de nombre y género el expresar el deseo de llevarlo a cabo, si se es mayor de edad. Los menores también están contemplados, aunque necesitan el consentimiento de sus padres o representación legal.
No se requieren diagnósticos médicos o psiquiátricos patologizantes, ni cirugías para volver tu cuerpo binario y yermo. Nadie tiene acceso a tu partida de nacimiento original a menos que consiga una orden de la corte en un caso de necesidad extrema, que hasta ahora no ha ocurrido. Si elegís que nadie sepa que alguna vez llevaste otro nombre, la confidencialidad está garantizada.
Se ordena a las instituciones educativas y de salud y a los ámbitos laborales respetar todas las identidades y nombres elegidos, incluso cuando la persona no se haya sometido a cirugía o procedimiento médico alguno ni haya iniciado el trámite de cambio registral.
Los programas de medicina públicos y privados deben brindar opciones completas de tratamiento para personas trans, incluyendo hormonación y todas las cirugías, sin costo alguno ni requisitos más allá del consentimiento del paciente.
Menos de un año después, una resolución hizo la ley extensiva a extranjeros con residencia permanente en el país.
La ley marcó un cambio bienvenido en las vidas de miles de personas trans. Más de 10.000 personas han recibido sus nuevos DNIs en los cuatro años subsiguientes. La temática trans fue catapultada al primer plano y la representatividad en los medios de comunicación ha ido en aumento desde entonces. Más y más personas se vuelven aliados, practicando la empatía con aquellos que una vez fueron vistos como objetos de desprecio y chistes fáciles.
Las organizaciones LGBT+ consideran que esto es solo el principio y continuan luchando por legislación más inclusiva que garantice el acceso al trabajo y oportunidades equitativas para personas trans. Las nuevas generaciones parecen ser muchísimo más abiertas respecto a la diversidad y se están haciendo esfuerzos para capacitar a profesores y médicos para así asegurar el derecho a la educación y la salud. Los bares y fiestas diversos e inclusivos se propagan como un fuego y son muy populares entre la población cis.
En Buenos Aires todo parecería estar mejorando para las personas trans. ¿Pero es así en verdad,, o es solo brillantina?

Lo malo

La realidad no siempre le hace caso a los libros de leyes. En el caso de la Ley de Identidad de Género, el acceso real a la salud sigue siendo una gran deuda. Con eternas carencias de presupuesto y una infraestructura frágil, solo un puñado de hospitales en la capital brindan cuidados específicos, tratamiento hormonal y algunas opciones quirúrgicas. El más renombrado, el  Hospital General de Agudos "Carlos G. Durand", que ha estado históricamente a cargo de los procedimientos de reasignación de género, aun no reconoce la ley y requiere una serie de entrevistas con su psiquiatra de cabecera como parte del protocolo. Otros exigen a los pacientes que paguen parte de los costos de la cirugía de manera privada. En los pocos casos en los que se garantiza la cirugía gratuita estipulada, las listas de espera son infinitas. Las obras sociales y medicinas prepagas todavía no se quedaron sin excusas para cumplir con sus deberes legales. Debido a la casi inexistente capacitación y la falta de experiencia, los resultados de muchas cirugías están muy alejados de lo esperable. No son raros los casos de depresión severa e incluso suicidio después de operaciones tales.
Los vientos cambiantes de la política y el regreso de la derecha en la forma del actual Presidente Macri no han sido favorables para las minorías vulnerables, y lxs trans no hemos sido la excepción. Los consultorios inclusivos en hospitales públicos se enfrentan a cierres inminentes y las fuerzas policiales siguen acosando a las trabajadoras sexuales trans con intensidad renovada. El Obispo de La Plata, en representación de los sectores más conservadores de la Iglesia Católica, ha pedido recientemente al presidente que se derogue la Ley de Identidad de Género.Y aunque la aceptación ha crecido indudablemente, en especial en la capital, millones de argentinos todavía se asquean ante cualquier cosa que salga de su obsoleta concepción de hombre y mujer.

Lo horrible

La violencia contra personas trans está lejos de haberse detenido. Más de cinco mujeres trans fueron asesinadas en la primera mitad de este año. El trabajo sexual sigue siendo la única alternativa para muchas mujeres trans, dejándolas vulnerables a ataques transfóbicos. En los últimos dos años, los crímenes de odio relacionados con género y orientación sexual se han disparado alarmantemente.
La semana pasada fue el primer aniversario del asesinato de Amancay Diana Sacayán, mujer trans y activista LGBT+ que luchó incansablemente por los derechos de las personas trans y se atrevió a enfrentar a la policía, denunciando la violencia que recibió de sus manos. Sus asesinos no han sido condenados. No se ha hecho justicia.
Los crímenes contra individuxs trans suelen caracterizarse por su extrema violencia. Palizas brutales, múltiples puñaladas, torturas. El horror es tan grande que duele ponerlo en palabras. Nos devastan, nos violan, nos matan, aun en un país que defiende nuestro derecho a existir y florecer. Y sin embargo no podemos detenernos a llorar a nuestrxs caídxs, no podemos entregarnos al dolor de nuestras pérdidas. Nunca retrocediendo, jamás rindiéndonos, debemos mantener viva la lucha en su memoria, por un futuro donde no haya más que paz y justicia.

Publicado originalmente en Transgender Universe

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